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Cuando la tecnología incluye: el poder de la IA en la accesibilidad.

En el centro de la imagen se puede ver las letras AI metidas dentro del contorno de un cerebro en blanco del que salen flechas con diferentes elementos como por ejemplo: un coche, una casa, el símbolo $, un carrito de la compra, una fabrica, un panel solar, un ordenador...
En el centro de la imagen se puede ver las letras AI metidas dentro del contorno de un cerebro en blanco del que salen flechas con diferentes elementos como por ejemplo: un coche, una casa, el símbolo $, un carrito de la compra, una fabrica, un panel solar, un ordenador…

Hoy, las marcas, empresas y organizaciones tienen la oportunidad —y la responsabilidad— de utilizar esta tecnología no solo para innovar, sino para incluir. Crear contenidos accesibles ya no es solo una obligación legal o un detalle técnico; es un acto de compromiso con la equidad.

La IA generativa permite diseñar experiencias personalizadas y accesibles para personas con diferentes capacidades. Desde descripciones automáticas para imágenes, subtítulos en tiempo real para videos, hasta la simplificación de textos complejos para personas con discapacidades cognitivas o neurodivergencia, las aplicaciones son múltiples y en expansión.

En entornos corporativos, por ejemplo, la IA ya está siendo utilizada para resumir correos o documentos extensos para personas con dislexia, adaptar textos a distintos niveles de lectura o ayudar a personas con movilidad reducida a crear contenido sin depender del teclado. También puede ofrecer experiencias auditivas personalizadas mediante sintetizadores de voz, y asistentes conversacionales que se ajustan al estilo comunicativo del usuario.

Pero la accesibilidad no termina en la discapacidad. La IA también puede contribuir a una inclusión más amplia, generando contenido que refleje una mayor diversidad cultural, lingüística y regional. Si se entrena con datos representativos y éticamente curados, puede ayudar a visibilizar voces históricamente marginadas y a diseñar campañas más empáticas y culturalmente localizadas.

Incluso en el plano visual y creativo, esta tecnología puede ser una aliada: desde interfaces con alto contraste y símbolos sencillos, hasta recursos inspirados en sistemas de comunicación alternativa, como los pictogramas usados por personas con autismo.

No obstante, la IA no es neutra. Hereda los sesgos de los datos con los que fue entrenada. Por eso, el rol humano sigue siendo irremplazable: es necesaria una supervisión consciente y crítica que evite que la herramienta reproduzca prejuicios, excluya o invisibilice.

La inteligencia artificial no debe entenderse como un fin, sino como un medio. Y si, como Prometeo, decidimos poner esta nueva llama al servicio de los demás, el cambio será no solo tecnológico, sino profundamente humano.

Fuente oficial: https://www.20minutos.es/noticia/5723534/0/cuando-tecnologia-incluye-poder-ia-accesibilidad/

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