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Prótesis ocular para ceguera irreversible

Paciente con degeneración macular

Imagina no poder leer un libro, reconocer un rostro o mirar tu propio reflejo. Esa es la realidad de millones de personas que sufren atrofia geográfica, la fase más avanzada de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Esta enfermedad destruye las células de la retina y provoca una pérdida total de la visión central.

Hoy, la ciencia ha dado un paso que podría cambiarlo todo: una prótesis ocular capaz de devolver parte de la visión a quienes creían haberla perdido para siempre.

Un avance que devuelve esperanza

Un equipo internacional de investigadores europeos y estadounidenses ha desarrollado una prótesis ocular biónica que permite recuperar parte de la vista en casos de ceguera irreversible.
El dispositivo, llamado Prima, combina microchips y realidad aumentada para transformar la forma en que el cerebro recibe la información visual.

El sistema incluye un microchip diminuto de apenas 2 × 2 milímetros, similar al tamaño de una tarjeta SIM. Se implanta bajo la retina mediante una cirugía mínimamente invasiva. Este chip se comunica con unas gafas especiales con cámara, que capturan imágenes del entorno y las proyectan al ojo mediante luz infrarroja.
La señal se convierte en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes.

A diferencia de otros métodos anteriores, no elimina la visión periférica natural. De este modo, el paciente puede combinar su visión natural con la artificial, lo que facilita orientarse y moverse con mayor seguridad.

Resultados reales: volver a leer tras años de oscuridad

El ensayo clínico se realizó en 17 hospitales de cinco países e incluyó a 32 pacientes mayores de 60 años con pérdida total de visión central.
Los resultados fueron sorprendentes:

  • 27 pacientes (84 %) pudieron volver a leer palabras y frases.

  • 26 mejoraron notablemente su agudeza visual, llegando a distinguir hasta 12 líneas más en una tabla optométrica.

  • La mayoría logró retomar tareas cotidianas, como leer etiquetas, reconocer objetos o moverse con mayor autonomía.

Por ahora, la visión obtenida es en blanco y negro, pero los investigadores ya trabajan en mejorar el software para incorporar más matices, aumentar la resolución del chip y hacer las gafas más ligeras y cómodas.

Desafíos y próximos pasos

Como todo avance médico, este camino también presenta retos. Durante las pruebas, 19 participantes sufrieron efectos secundarios leves, como hipertensión ocular o pequeñas hemorragias.

Todos se resolvieron en pocas semanas y no afectaron a la salud visual general. Aun con estos inconvenientes, los expertos aseguran que los beneficios superan ampliamente los riesgos. Los próximos objetivos se centran en adaptar la tecnología a otros tipos de ceguera y en reducir su coste para que llegue a más personas.

Lo que hoy es un logro experimental podría convertirse, en pocos años, en una solución accesible y transformadora para millones de personas en todo el mundo.

“Esto no es solo ciencia, es una nueva forma de ver la vida”

La frase pertenece a uno de los participantes del ensayo, que tras una década sin poder leer logró volver a hacerlo. Y quizá resume mejor que cualquier dato lo que representa este avance: una segunda oportunidad para quienes creían haber perdido la luz para siempre.

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