
Hoy, 24 de octubre de 2025, Mario de 48 años y vecino de Burjassot, afronta un desafío único: correr 438 kilómetros en siete días para sensibilizar sobre el síndrome de Usher, una enfermedad sin cura que afecta a la vista y al oído. Su objetivo es recaudar fondos para la investigación y demostrar que la discapacidad no puede frenarle.
Todo un reto: desde Burjassot hasta Madrid para reivindicar la esperanza
Una carrera contra los límites
Mario, de 48 años y natural de Burjassot (Valencia), se enfrenta a un desafío único: recorrer 438 kilómetros a pie en solo siete días, desde su localidad hasta Madrid, con el objetivo de sensibilizar sobre el síndrome de Usher, una enfermedad rara que provoca sordera y pérdida progresiva de visión.
Para él, esta hazaña no es solo un reto deportivo, sino una forma de dar voz a quienes viven con esta condición, visibilizar la enfermedad y recaudar fondos para la investigación que aún no ofrece cura ni tratamiento que detenga su avance.
Un reto de proporciones extraordinarias
La aventura dará inicio hoy, 24 de octubre, con salida desde el Ayuntamiento de Burjassot y llegada a la sede de FARPE en Madrid. Cada día, Mario recorrerá más de 60 km, pasando por localidades como Minglanilla, Alarcón, Tarancón, Villar de Cañas o Morata de Tajuña.
No estará solo: contará con un equipo de guías y acompañantes que le asistirán durante el recorrido y garantizarán su seguridad en cada etapa. Además, compartirá su experiencia en redes sociales para que quienes lo deseen puedan seguir su progreso y unirse en los tramos donde llegue a cada localidad.
La enfermedad que cambió su vida
Mario comenzó a notar los primeros síntomas hace años, cuando empezó a chocarse con los objetos en su trabajo como panadero. Poco después, los exámenes médicos confirmaron lo que cambiaría su vida: retinosis pigmentaria y sordera progresiva, los principales efectos del síndrome de Usher.
A pesar del diagnóstico, Mario no dejó que la discapacidad detuviera sus sueños. Vendió su coche y su motocicleta, dejó el pan y se volcó en el atletismo, disciplina que le ha servido de escape, motivación y superación personal.
Más allá de la marca: un mensaje de esperanza
Para Mario, lo más importante no es la distancia recorrida, sino dar visibilidad al síndrome de Usher y demostrar que la discapacidad no debe frenar los sueños. Su motivación principal es su hija Erika, quien también porta los genes de la enfermedad, y que ha sido su motor para embarcarse en este reto.
“La discapacidad no puede frenar los sueños”, afirma, y su historia se convierte en un ejemplo de valentía, determinación y solidaridad. Su carrera es un llamado a la sociedad a sensibilizarse, acompañar y apoyar a quienes viven con enfermedades raras.
¡Comparte esta historia! Porque vale la pena dar a conocer que detrás de un reto deportivo hay mucho más: superación, solidaridad y esperanza.
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